viernes, 19 de octubre de 2012
La inolvidable primera vez...
Lo peor había pasado. Cuando me tocaba estar desvelándome con un fierro, tener el turnito que finalizaba al "clarear el día" era rico, porque veíamos el amanecer, y era maravilloso (al menos para mí), ver como la luz iba dominando a las sombras y recordaba las hermosas palabras del gordo César: "¡Puta men, ver que el sol aparece nuevamente, y que este día vas a poder sentir su calorcito, saber que todavía estas vivo!".
Serían unos minutos antes de las cinco de la mañana, escuchamos la primera ráfaga, miradas entre nosotros, "Juanita" se cubre tras una pared, yo me alcanzo a agachar justo cuando el zumbido se clavó en mi oído izquierdo. No soy consciente de lo que siguió... me recuerdo tirado en una zanja, con el fierro en la mano y asomando la cabeza para tratar de ver por donde venían los tiros pero todo fue silencio. Seguí agazapado por un rato más, hasta que vimos venir a quien estaba responsable esa noche (no recuerdo su apodo), nos reunimos y nos informó que había sido un ametrallamiento, que utilizaron un vehículo de tales y cuales características y que el peligro ya había pasado.
"Juanita" respondió, "¡Solo escuché el zumbido en el oído!" y entonces asocié que tanto a ella como a mí, las balas nos pasaron de lado, que si estamos dos centímetros más a la izquierda, justo las habríamos cachado con la cabeza.
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