sábado, 15 de enero de 2022

El pueblo natal


 

En El Salvador de mi infancia-adolescencia, todo el que quisiera estudiar nivel superior al bachillerato en el interior del país debía moverse del pueblo en que estudió; si el estudio era técnico a Santa Tecla o San Salvador y si era universitario a San Salvador, o los primeros años Santa Ana o San Miguel y luego a San Salvador, si era militar a San Salvador, si agronomía a la Escuela Nacional de Agronomía en el Valle de San Andrés. para avanzar, había que salir del pueblo.

Eso generó un nivel de pobreza más zonificado, pero ese análisis es de otro post, el presente es para la nostalgia (Pena de verse ausente de la patria o de los deudos o amigos).

Nací en Santa Ana y estuve allí hasta finalizar el bachillerato, luego hube de venir al Tecnológico de San Salvador y luego de seis meses de búsqueda de trabajo, me quedé definitivamente en Santa Tecla.

Mi pueblo, me gusta recordarla como lo hacen* Claribel Alegría y Darwin Flakol en "Cenizas de Izalco", un libro que leí en bachillerato:

“Santa Ana es pequeña. Se extiende desde la iglesia de Santa Lucía donde la tosca virgen de piedra ofrece sus ojos -dos huevos fritos en una sartén-, a los vagos del parque de enfrente, hasta la ceiba de raíces nudosas, de tronco de pata de elefante gigantesco, de ramas como árboles horizontales que abrigan a las vendedoras de pupusas de faldas amplias y blusas escotadas. Y va más allá. Se extiende hasta la puerta del cuartel, donde el centinela libra su batalla inmóvil contra el sueño, y el coronel, cogiéndose las manos por detrás, le frunce las cejas a su enemigo sutil; el polvo que se atreve a opacar el brillo de sus botas.

En la otra dirección, Santa Ana se extiende desde el cruce de ferrocarril (Pare, Mire, Oiga), desde el camino que viene de Chalchuapa y lleva carretas de bueyes y gente descalza al mercado, hasta la otra puerta, donde está el beneficio de café (el más grande del mundo),y las cinco residencias blancas tipo pastel de bodas de don Jaime y de sus hijos”.

Cuando chico había crecido ya algo, no tanto como hoy. en 2013, caminé parte de ella y ha cambiado  (como toda la vida).

Viviendo lejos del pueblo en el que nacimos la nostalgia se va superando poco a poco, pero sin duda hay canciones que nos hacen recordar cosas bellas de la infancia.

Las tres mías son:

"Distancia", ese bellísimo poema escrito por Alberto Cortez; 

"Pueblero de allá Ite", especialmente la versión del "Quinteto Tiempo";

"Mi pueblo natal" escrito por el maestro Jairo Varela e interpretado por su grupo "Niche" (Colombia). Cuando crucé el Lempa, entendí muchas cosas que antes solo imaginaba, conocí el trapiche en vivo, y una noche, debí viajar de pasajero, en moto, hasta San Miguel. Todos los pueblos que cruzamos estaban a oscuras, alumbrándose con "candelitas" (luces de espelma), era época de guerra y los "apagones de luz" y "paros al transporte púbico" comunes. Así era la guerra del otro lado del Lempa.

Sin duda, los acuerdos de paz fueron un logro de la gente que sufrió la guerra, que fue real.

Pues bien, esas son mis tres canciones, que reviven la nostalgia en el pueblo en el que viví mi infancia y adolescencia.

viernes, 14 de enero de 2022

...Nadie sabe el mañana si ha de ver el sol


Sería 1976, cuando decidí nominar un género de música como romántica-realista, pensé que debería existir en aquella vorágine de violencia que generaba cantos nuevos. El género en cuestión, expresaba amor, con la claridad de que todo, incluso la vida, es temporal.

Inclui muchas:"El río está llamando"; "Eso que llaman amor"; muchos autores, Quinteto tiempo, Silvio Rodríguez, Pablito Milanés, los dos Mejía Godoy, en fín había de todo para todos.

Entre ellas estaba esta belleza: "Alborada del viento" que también canta Jorge Cafrune, esa versión es buena porque se entiende cada frase, pero esta versión del Quinteto Tiempo es la que más me gusta.

"...me siento arder,cuando al besar, quiere tu boca florecer..."

"...un tiempo que se va, se hace ovillo en la rosa de tu corazón..."

"...el tiempo puede ser nadie sabe el mañana si ha de ver el sol..."

Así, con música aprendí que todo pasa, hasta la vida, por eso hay que aprovecharla haciendo el bien; reparando errores (si es que es posible) y luego de ponerme en paz con Dios y los demás (que pude), lo más difícil: aprender a perdonarme...

domingo, 9 de enero de 2022

La David J. Guzmán - Parte II


 

Otros recuerdos de la Escuela "Dr. David J. Guzmán" de Santa Ana, El Salvador:

El aseo de la escuela era realizado por los mismos alumnos, había una programación que establecía que días era cada alumno responsable de la limpieza. Esos días había que quedarse un poco más tarde para barrer y trapear bien el aula, previa sacudida de los pupitres. El patio era por zonas que se limpiaba. No recuerdo si se hacía limpieza por la mañana, creo que no.

La escoba y el trapeador tenían un lugar definido dentro del aula y allí había que dejarlos, por supuesto, luego de que se había lavado el trapo trapeador.

Los lunes de septiembre y la semana completa del 15 de septiembre, se realizaba el Acto Cívico. Todos formados por grado, cantábamos el Himno Nacional, escuchábamos la Oración a la Bandera y los abanderados (alumnos de 6to. grado por ser los más altos), marchaban rodeando el patio completo con la bandera, y todos, formados en el corredor techado y patio anexo, debíamos desde nuestra posición de firmes, seguirlos con la mirada, manteniendo ésta, fija en la "enseña patria" y la mano en el pecho.

En esos años, era común que familias cirqueras trashumantes, llegaban a la escuela a ofrecer su pequeño show , por apoyar a estas familias (lo escuché de don David Pineda, discutiendo con un profesor, no se si dejarían algún porcentaje para la escuela), don David aceptaba y nos informaban de que el siguiente día habrá una presentación de payasos y costaría 10 o 15 centavos de colón.

Así, el corredor techado, con los alumnos sentados en el suelo y el "escenario" generalmente al otro extremo del aula del Sub-director se armaba el show. En una ocasión, como parte del show uno de los payasos hablaba de manera amanerada, iría finalizando la primera frase, cuando por en medio de los alumnos a saltos, iba don David (el director) gritando que se suspendiera todo, que ese show había terminado. Escuché a los payasos tratando de explicar-justificar la situación, pero no hubo forma. El Show se terminó y hasta donde recuerdo fue el último.

Los salones eran iluminados de forma natural y ventilados, ya que las paredes, en la mayoría de ellos no llegaban hasta el techo. Los pupitres de madera eran para dos alumnos,  y bajo la mesa, un espacio para guardar los útiles, el bolsón. Cosas que no se permitían era salir del salón para ir al baño (que para eso están los recreos), y recuerdo que eso era uno de mis mayores problemas que normalmente me quedaba viendo hacia el exterior, distraído. Viendo el vacío del patio.

La David J. Guzmán


Intercambiando post en redes sociales con ex compañeros de la escuela básico, recordé algunos pasajes vividos en "la David J. Guzmán". Veamos:

La Escuela Urbana de Varones "Dr. David J. Guzmán" tenía de primero a sexto grado, estaba ubicada (al menos el tiempo que en ella estudié) en la esquina de la Calle Santa Cruz y la 13 Avenida Sur, una cuadra al Oriente del Parque "Anita Alvarado". Creo que en todas los grados había dos secciones (2 de primer grado, 2 de segundo, etc.).

Ocupaba un cuarto de manzana, con aulas en los cuatro costados, un gran zaguán sobre la Calle Santa Cruz que era la entrada normal de los alumnos, si uno llegaba tarde, encontraba cerrado el zagúan y tenía que entrar por la puerta que tenía el aula del Subdirector, sobre la misma calle, donde era recibido con un buenos días, trate de llegar temprano y coscorrón.

La dirección era un espacio impecable, como la vestimenta y educación de su ocupante, el profesor don David Pineda, un señor de edad (tercera edad le llamarían hoy), que siempre iba de traje y era muy serio (a simple vista), pero era un señor maestro. Conocí esa oficina porque todos los años me mandaban a ella, mi conducta desde la visión de mis maestros no era la mejor, pero bueno el tiempo se encarga de enseñar y algunos maestros como mi querida maestra Rosa Cabrera, se encargan de moldearnos con cariño.

Maestros habían varios, yo recuerdo a la Sra. de Peñate, Sra. de Arévalo, Sr. Polanco, Sr. López, y la maestra Rosa Cabrera. De algunos recuerdo rostros pero no nombre. 

Al final del año cada maestro preparaba un número cultural o artístico para la clausura, recuerdo a un maestro, el más joven de ellos, llegó cuando estaba yo en cuarto o quinto grado, tez blanca, dinámico, pero no recuerdo su nombre, pero su primera clausura, preparó un grupo de rock (tengo idea que eran los Beatles) y tocaron ni idea de que, pero los cipotes salieron con guitarras (dibujadas y recortadas en cartón), una batería construida con latas y tapaderas de olla, y un cantante haciendo fonomímica en inglés. Todos con pelucas hechas de tuzas secas (de la que son color amarillo, así que los bichos eran rubios) y el volumen de los aparatos al extremo... me parece que muchos padres y hasta maestros no lo entendieron, no les gustó. A mí me llamó la atención la dedicación del maestro para construir cada detalle, pero no recuerdo su nombre.

En algún momento por alguna razón que no conocí, nos quitaron la escuela, dijeron que nos íbamos ir anexos a otra (Alvarez Lalinde, creo que era) y el traslado lo hicimos durante el día, así es que un día nos formaron, nos pusimos de dos en dos y empezamos a caminar hacia la escuela que nos iba a dar posada, pero en el camino íbamos cantando o gritando (ya no recuerdo) que queríamos nuestra escuela, que no nos la quitaran, llevábamos las escobas, los trapeadores y el bolsón, y algunos llevaban carteles (en cartulina) y nos echamos a caminar por Santa Ana, Desde la David hasta la Lalinde. No se cuanto tiempo estuvimos fuera del local, pero con el tiempo nos regresaron, y seguimos allí mismo en la Calle Santa Cruz.

Al centro de la escuela estaba un árbol de Amate y era una pelea diaria de don David, para que nadie ser colgara del árbol, que el árbol sentía, que era un ser vivo, que... bueno un buen día se cansó, formó a toda la escuela alrededor del árbol y dio una charla del daño que se le hacía al árbol. Él mismo se balanceó de una rama del árbol para que todos viéramos cómo nos veíamos. Recuerdo que todos nos reímos (incluso los maestros), pero desde esa vez, no recuerdo a ningún otro cipote colgarse del árbol. Métodos audiovisuales les llaman ahora.

No había tienda escolar, entonces en los recreos, algunos chicos se ofrecían o los seleccionaban para que vendieran (dulces, bolis, galletas no recuerdo más) y andaban moviéndose por el patio y si uno quería lo buscaba y compraba.

La campana era el lugar más sagrado, nadie, excepto el Director, Subdirector o alguien designado por ellos podía tocarla. Y un castigo típico era parar durante los recreos a algún alumno sancionado bajo la campana. era una vergüenza. estar firme de pie bajo la campana durante los recreos.

En esos años el castigo físico se empleaba, algunos maestros lo aplicaban sin lástima, otros lo evitaban y la mayoría lo dosificaba según la falta. Hasta donde recuerdo la David, se caracterizaba porque tenía un excelente disciplina y una enseñanza de calidad.

El monograma era una figura triangular, con las iniciales DJG en su interior, y muchos compañeros decían que significa "De venta Jococotes Galanes", nunca estuve de acuerdo porque la V de venta no estaba contenida.

Esas son algunas anécdotas que recuerdo.

domingo, 2 de enero de 2022

Neruda

Silvia preguntando... 
Imagen sin interés comercial, con fines de ilustración

Realmente me gusta esta película, la hago competir con el ¿poema? "Manifiesto, hablo por mi diferencia" del gran Pedro Lemebel. Me gusta por presentar la parte oculta de lo que fueron muchos (a lo mejor todos) los partidos comunistas en América Latina. Un grupo de intelectuales, que se adueñaron del marxismo-leninismo y lo convirtieron en su forma de vida, relegando a los obreros a segundo o incluso más bajos planos.

"...quiero saber si cuando llegue el comunismo todos van a ser iguales a él o van a ser iguales a mí, a mí, que le he limpiado la mierda a los burgueses desde que tengo 11 años". Lo pregunta Silvia, militante (desde los 14 años) del Partido Comunista en Chile, en el medio de una fiesta (clandestina) en la que el perseguido senador-poeta declama ante otros camaradas "Los Enemigos" (parte de "Canto General"), fiesta en la que incluso autografía libros. El Poeta sin anestesia le dice que serán iguales a él harán el amor en la cocina y comerán en la cama.

¿Será que en los Partidos Comunistas, como en las organizaciones político-militares de las décadas del 60-70 existió mucho militante "aventurero"?

Me hace recordar una lectura en algún libro de Gioconda Belli (no recuerdo su título) cuando narra la actitud de un alto dirigente del FSLN (de la línea GPP) que buscaba, lejos de protegerse, ser visto, hacerse evidente, cuando ella lo movía clandestinamente en su vehículo en Managua, aun bajo al dictadura de Anastasio Somoza.

Hubo de todo sin duda, pero muy poca gente ha tenido el valor, para hacer, desde dentro, la denuncia, describir los hechos, dibujar a los dirigentes... ese simple detalle que hará ver las cosas diferentes.


sábado, 1 de enero de 2022

El primer amor adolescente

Imagen y tema ilustrativos, si fines comerciales

Si, puedo confesarlo, me enamoré de ella, quizás más que de ella, de lo que representaba, de la ilusión que creaba, era la confirmación de que estábamos en lo correcto: Al haber oportunidades cualquier ser humano puede brillar.

Ella tenía 14 años, yo 16, era 1976... me encantaba su cara de niña asustada rodeada de periodistas, fotógrafos, camarógrafos... La imaginaba rodeada del amor, de la admiración del cariño de todo su pueblo, la heroína caminando como cualquier mortal en su pueblo, en las ciudades de su país, sin guardaespaldas, sin seguridad, porque el mismo pueblo la protegía.

Es que en el paraíso nadie piensa mal, todo mundo es feliz.

Me la imaginaba hablando con los jóvenes, porque para llegar a la cima, tenía que haber sufrido la colina, el camino agreste, como cuando debimos subír el Ilamatepec, que al final, cansados, alcanzamos la meta. Así, con las distancias del caso era la imagen que creaba de ella en mi mente. Hablándoles que las metas se logran con esfuerzo, con dedicación, con sacrificio, con amor al pueblo.

El tiempo, el implacable, el que pasó (como canta Pablito Milanés), nos enseñaría que las cosas eran de otra manera... Que los sueños existen, pero tenés dominio de ellos en tu metro cuadrado, nada más... Pero sí, a los 16 años estuve enamorado de la bella Nadia Comanecci, de lo que ella representaba para la mente de un adolescente soñador, ingenuo, en proceso de aprendizaje.