Era 1974, llegué al Instituto Nacional de Santa Ana (INSA), iba del Politécnico, un cambio radical. A lo lejos te vi y me llamó la atención tu risa: sonora, franca. Claro también tu persona completa de adolescente atractiva, bella. Pero, sinceramente a mí me atrapó tu risa, es que desde siempre he pensado que quien ríe con franqueza, es confiable, no esconde nada.
En el Instituto el alumno era matriculado en el turno de la mañana o de la tarde dependiendo del apellido así es que diré que fue el destino (en el que por cierto no creo) quien nos colocó cerca... pero lejos porque estabas en otra sección, veamos si recuerdo, tu sección estaba sobre un pasillo cercano al portón de entrada y, en ángulo de 90°, el corredor en el que estaba el aula en la que recibía clases este servidor.
Ese año, con ayuda del profesor Alcides Aguilar, a quien le agradezco haberme enseñado álgebra en serio, pasó volado, a mil por hora. A fin de año salí de Santa Ana, porque quería estudiar bachillerato en salud en el Nacional "Francisco Menéndez", pero me expulsaron antes de entrar y ni modo me tocó regresar el siguiente año a Santa Ana como paria, el no haber hecho el examen de admisión me convertía en "cuelludo" lo que en aquel ambiente era una ofensa..., el destino, a cambio de esa vergüenza, me colocó en la misma aula en la que tu estabas.
Entonces pude acercarme a tí, bueno, mejor dicho, al trío que formabas junto a Claribel y Edith. Te conocí un poco más, yo ya rondando otras ideas, empeñando tiempo en aprender un poco más de ciencias sociales... pero te conocí un poco más. Compartí mucha vida... siempre acompañado de tu sonrisa, esos bellos camanances, el pelo alborotado y la solidaridad sin límites...
Cuando finalmente me escapé de Santa Ana y me vine a San Salvador, siempre tu y Edith y el oasis que ustedes formaban en casa de Edith o la tuya me mantuvieron con vida, con esperanza, hasta con alegría, en el medio de la tremenda soledad que me rodeaba... me apoyaste mucho en momentos de profunda tristeza y soledad... y si bien no compartía más de mi vida era para protegerte, así era la vida en esos lejanos días... sin duda, estar cerca de ti, platicar, compartir, me daba ánimo, mucho ánimo.
Ya es tiempo de volver a bailar ¿no crees? ¿recuerdas la verbena de la Cruz roja?, tu pendiente del "futuro" y yo sospechando que no estabas enamorada. Te casaste, pudimos estar Juani y yo presentes... y mira lo que es el destino, porque esa noche que te casaste encontramos a Yolanda en Santa Ana, que ya andaba de novia también...
La vida ha sido buena con nosotros, a ti te dio un tremendo ejemplo en tu madre, hermanos y hermanas que te respetan y te quieren, dos hijos que se que son tu orgullo y satisfacción, una nieta que te ha convertido en abuela complaciente... A mí, me regaló la vida que he tenido y especialmente los amigos y amigas que me han acompañado... largo camino, adornado por tu sonrisa, por tu apoyo, por tu cariño para con quienes hemos tenido la fortuna de tenerte cerca por tramos cortos o largos de la vida.... Gracias Margarita y feliz cumpleaños.
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