miércoles, 24 de diciembre de 2025

Un doctorado en payaso

El Partido Comunista de El Salvador (PCS) en la clandestinidad, ofrecía becas a países socialistas para estudiantes aplicados y de escasos recursos, lo promovían a través de las carteleras del Frente de Acción Universitaria (FAU), su frente abierto en la Universidad de El Salvador.

Era sencillo, solo te presentabas al local del FAU, mostrabas tu interés y el proceso empezaba, habían carreras para todos los gustos: ingenierías, medicina, humanísticas, de todo y, en algunas, había subespecialidades, por ejemplo, recuerdo a alguien que se fue a estudiar ingeniería eléctrica, pero con una especialidad que lo capacitaba para montar plantas industriales de cualquier calibre.

La teoría del PCS para tales becas, era que cuando se tomara el poder, se necesitarían cerebros preparados y entrenados para echar a andar la economía. El regreso era complicado, había una dictadura militar y se arriesgaba la vida, por eso muchos, por seguridad personal, se quedaban fuera del país luego de graduados.

Un día, nos presentaron la oferta y yo, por el puro gusto de joder, dije que me interesaba un curso de payaso. El compañero que presentaba la oferta, con seriedad me explicó que había un curso para payaso, pero que era intenso y difícil, duraba 8 años, y estaba asociado con la escuela que formaba los payasos del circo soviético. En esos 8 años aprendías, música, mímica, teatro, expresión corporal, magia, malabarismo y no se que otras cosas más, que era teórico práctico, que las prácticas se hacían con el circo ruso y bueno que cuando quisiera empezábamos el proceso.

Con los años y la llegada del internet investigué para saber si había sido propaganda lo de tal curso, y resulta que tal escuela existía, no se si aún existe, pero me sorprendió que un curso de payaso durara lo mismo que un doctorado en medicina y entendí porque los rusos del circo soviético tenían la calidad que les precedía en fama, construida sobre monstruos del arte como el gran Oleg Popov.

Por supuesto yo no tomé tal curso, ni siquiera inicié el proceso, pero fue interesante saber que llevar diversión a la gente del mundo, independientemente del idioma que hablara, era posible y que incluso, ser payaso (con lo ordinario que se podía considerar en nuestro medio ese trabajo), requería preparación y amor a la profesión.

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