El Día de la Cruz llega a su fin, inicia ya el domingo 4 de mayo y estamos descendiendo en el Aeropuerto Internacional de Brasilia, llamado Presidente Juscelino Kubitsche (Soñador y fundador de la ciudad). Desde el aire Brasilia se ve tremandamente iluminada, un orden impresionante, líneas rectas de luces que se extienden por kilómetros.
Bajamos y como obedientes borregos seguimos al primero que camina en la hilera de somnolientos viajeros. Supongo que todos imaginamos que el primero sabe por donde va, para donde va y ese repentino Forrest Gum corriendo hacia la migración del aeropuerto es perseguido de cerca por todos los que el avión va expulsando.
Es un recorrido corto, la migración son unas casetas (parecidas a las del aeropuerto de El Salvador) en el que los agentes de migración te sellan el pasaporte o llaman a otra persona, un agente de la policía para hacer consultas, para revisar algún documento o para hacerte preguntas. No hay uno solo uniformado, todos de civil, se que son policías por las "discretas" armas que sobresalen en sus cinturas y que se cubren educadamente con sus camisas.
Salimos y el clima está fresco, no frío, solo fresco. tomar el taxi, llegar al hotel y dormir.
El regreso será parecido, medianoche de un viernes 9, y todo lo que conocí del aeropuerto internacional de la ciudad de Brasilia fue un pasillo a migración en la llegada, y una sala de espera en la salida. 2:30 a.m. inicia el retorno a la Patria, a la querida Patria, al amor de los que amo, al cariño de los amigos, de los hermanos de siempre, de toda la vida, de mi familia... y cuando lleguemos será 10 de mayo.
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