sábado, 4 de enero de 2014

Recordando a Oscar Fonseca




Foto gracias a Margarita Soto


Oscar era "teatrero" (actor de teatro), cantante, mimo, era un loco-arte muy creativo. Llegó a Santa Ana como miembro del equipo de la Casa de la Cultura y convivió con nosotros, unos bichos de bachillerato por algún tiempo, hasta que un día apareció un grupo musical y entonces decidió enrolarse con ellos y se fue del país.

Mientras compartimos tiempo con él, le conocimos, había hecho mucho teatro; actuado en Canal 10 en algunos cuentos de "Salarrué" que se montaron como "La Botija" no se si era el mero José Pashaca o el Ñor Bashuto. Tocaba guitarra y dulzaina simultáneamente y cantaba canciones que poco se conocían en esa época en El Salvador, además de la comercial de Alberto Cortez, Facundo Cabral y alguna de Atahualpa Yupanqui, incluía, en su repertorio, muchas de Víctor Jara.

En una ocasión cantó "Preguntas por Puerto Montt" y pensé que era una canción original de él o bien de algún otro autor salvadoreño porque le cambiaba "Puerto Montt Oh, Puerto Montt, Puerto Montt Oh, Puerto Montt..." por "Julio 30, julio 30, Cayetana, Cayetana, Las Tres Calles, Las Tres calles" haciendo referencia a la matanza de estudiantes del 30 de Julio de 1975 en San Salvador, y a las de La Cayetana (Nov. 1974) y Tres Calles (Jun. 1975). Además, cambiaba: "Usted debe responder Sr. Pérez Zujovic porque al pueblo indefenso respondieron con fúsil, Sr. Pérez su Conciencia la enterró..." por: "Usted debe responder Coronel Armando Molina, porque al pueblo indefenso respondieron con G3, Coronel Molina su conciencia la enterró..."

Un día me contó la historia de la canción: era una adaptación de la de Víctor Jara, creada (la adaptación) en el Parque Libertad,durante la toma que precedió la noche del 28 de Febrero de 1977.

Oscar se despidió un día como era la costumbre en esos días, diciendo "me voy", antes de irse repartió todas sus propiedades menos la guitarra, la dulzaina y su ropa. Los libros, el tambor y otras cosas las fue brindando a todos los que consideraba sus amigos y a mi me dejó una refrigeradora, me explicó que era pequeña, y no le cabía mucho, de hecho solo agua, pero que el agua la mantenía bien heladita y se tiró la carcajada. Me imaginé que era una broma, pero en realidad me la entregó, me citó para la ceremonia de entrega el último día por la noche y con una gran formalidad me entregó su refrigeradora: una jarra de barro que realmente mantenía fresca el agua.

Fue la última noche que estuvimos juntos bromeando. Nos prometimos encontrarnos en la URSS para los juegos olímpicos en 1980, él como artista callejero y yo como becario, nos veríamos en una fecha determinada en la Plaza Roja a un lado de la tumba de Lenín y nos despedimos. Meses más tarde decidí quedarme definitivamente en el país para ver el final de la lucha en la que estábamos empeñados, no se si el gran Oscar llegó a la cita, yo le fallé.

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