lunes, 12 de agosto de 2013

Que Dios te bendiga Carelo



Luego de despedirte, entro a casa y Juani me pregunta si estoy triste. Le digo que menos que anoche, cuando me dijiste que te vas el miércoles y que me traerías dos cajas, una con libros y la otros con los documentos que tanto cuidamos. Entendí que era en serio, que la decisión se mantenía y que te largas de esta Patria que es tan injusta con sus mejores hijos.

He perdido práctica, durante buena parte de mi vida, despedir amigos era lo más común. Decirles adios, porque morían o porque se iban del país. Hace tantos años de eso que no recordaba ya esta sensación extraña, al menos hoy en tu caso hay un poco de alegría de pensar que uno de los tantos planes que tienes es crecer profesionalmente y que con tu capacidad lo vas a lograr.

Octubre siempre ha sido el mes de las despedidas, pero hoy se adelantó.

Mis amigos y amigas se cuentan con los dedos de las manos, de mis manos. Son pocos porque son los mejores, las mejores, siempre fue así y sigue siéndolo. Sin dudas vos has sido el más cercano de todos, el que siempre inyectó optimismo en los momentos más difíciles.

Pero así es la onda Carelo, hay que seguirle dando a la vida, hasta que ya no se deje y nos toque conocer qué hay del otro lado, luego de la muerte.

Estoy consciente que no es adiós, como nos dijiste hoy en esta tu casa, estarás con un pie aquí y el otro allá; además están las redes sociales y toda esa tecnología que tan bien conoces. Pero sin duda, alguna tarde, cansado y con deseos de compartir una buena plática, extrañaré esa pizza que nos servía de pretexto para dos jarras bien frías y cuatro horas de charla.

Éxito Carelo y que Dios te bendiga siempre.



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