En Santa Ana, el "Instituto Politécnico El Salvador" (IPES), era gerenciado por don Carlos Lobato como director y su mano derecha, su esposa, doña Antonia de Lobato como subdirectora. Allí estudiaba octavo grado en 1973.
Trece años había vivido sobre esta tierra, estaba aprendiendo como era el mundo, trataba de entenderlo. Para esa época vivíamos (padres, hermano y hermanas) cerca de la Iglesia El Carmen, teníamos un radio "Sony" multibanda, que se usaba a discreción para asegurar que las baterías duraran lo más posible y reducir el gasto. Me extraño por tanto, cuando regresé al mediodía de clases, que estuviera encendido.
Escuchaban un programa de comentarios de un conocido abogado que había sido oposición, pero para esa época ya estaba alineado al gobierno. En ese momento, no logré comprender a qué se refería su discurso, pregunté a mi padre: ¿Qué pasó? él, con rostro de tristeza me respondió: "Derrocaron al presidente de Chile, derrocaron a Salvador Allende".
Allende era socialista y siempre defendió el proceso democrático camino al socialismo, contrario a la vía militar o guerrillera que había seguido Cuba. Su posición pro democracia era tan firme que, el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) lo consideraron traidor al pueblo, luego que, en los primeros días de gobierno hasta se convirtió en su guardia personal.
Los ciudadanos de América Latina, incluyendo varios salvadoreños interesados en el desarrollo económico y la justicia social, veían el proceso chileno con esperanza y mucha atención, esperando unos que triunfara y otros que fracasara. Los primeros, porque sería la mejor muestra de que era posible avanzar en las sociedades sin guerrillas; los segundos, porque sería la mejor muestra de que la democracia no servía para avanzar hacia la justicia social y por tanto la única forma era la vía armada.
El 11 de septiembre de 1973, murieron, acompañando a Salvador Allende, muchos pensamientos democráticos. Quienes defendían la vía pacífica (vía electoral) hacia la justicia social, hacia la democracia plena (educación de calidad, salud, seguridad gratuita para todos los ciudadanos de un país) se quedaron sin argumento, sin ejemplo y poco a poco se fueron moviendo a la lucha armada.
Cincuenta años han pasado desde ese día, la vida me regaló a un amigo chileno (Q.E.P.D) y con él conversamos mucho sobre la realidad chilena de esos años, el fue uno de los tantos chilenos que debieron abandonar su patria por las políticas del gobierno de la Unidad Nacional, del gobierno del presidente Allende.
Con el tiempo también, los Estados Unidos, desclasificaron muchos documentos que demuestran el grado de involucramiento del gobierno de Richard Nixon (y su asesor estrella Henry Kissinger), en la lucha contra el gobierno de Allende y su final derrocamiento.
Lo que siguió en Chile, fue una larga noche de 17 años (1973-1990).
En la actualidad, los países de América Latina (El Salvador incluido) se mueven desesperanzadamente buscando solución a los problemas que le han acompañado desde que se fundaron como países: la pobreza, la ignorancia, la enorme desigualdad económica. Desesperados, se afianzan del primer tronco brillante que les aparece en el horizonte, con la intención de flotar, para no dejarse ahogar por la realidad y, si ese tronco hace agua, no importa, se asirán al siguiente que aparezca y así sucesivamente hasta que vuelva a repetir la historia de quedarse sin procesos democráticos.
A pesar de esa realidad, las últimas palabras de Salvador Allende a los chilenos aquel 11 de septiembre, siguen vigentes. Hoy, en el acto conmemorativo de 50 años celebrado frente a "La Moneda" (la casa presidencial chilena bombardeada por los militares golpista) algunas de ellas fueron repetidas por su hija, la senadora Isabel Allende: "Tienen fuerza y podrán avasallarnos pero no se detienen los procesos sociales, ni con la represión, ni con el crimen, ni con la fuerza..." "...la historia es nuestra y la hacen los pueblos..."
Mientras, en el parlamento chileno, cuando llegó el momento del homenaje al ex presidente Allende, se armó la pelea...
Aun hay mucho que trabajar en Chile, en Argentina, en El Salvador, en tantos lugares... se van dejando las cosas incompletas, asumiendo que la firma de un papel es solución a las viejas heridas. Gran error.
Desde el gobierno del presidente Gabriel Boric, se intentó hacer una celebración plural, en su discurso, reflexionó: "...es también, queridos ciudadanos, un día para hacer aprendizajes, qué hemos aprendido en estos cincuenta años y fortalecer, de esta manera, nuestra convivencia, por ello es que tal como recordaba la senadora Isabel Allende, valoro profundamente que en conjunto con los ex presidentes vivos de Chile: Eduardo Frei Ruiz Tagle, Ricardo Lagos Escobar, Michele Bachellet Jeria y Sebastián Piñera Echenique, hayamos firmado juntos el manifiesto 'Por la democracia siempre', porque es en la diversidad y entre quienes piensan distinto con quienes podemos construir una sociedad mejor."
Difícil tarea, al nombrar a Sebastián Piñera, el abucheo de buena parte de los presentes. Construir una mejor sociedad entre quienes pensamos distintos. Gran verdad, ignorada por los fanáticos de los residuos de izquierdas y derechas o recién nacidos de nuevas derechas y nuevas izquierdas.
Ojalá Chile encuentre la ruta y sobre todo, el gobierno electo democráticamente, le de solución a los problemas y cobertura a las necesidades de la ciudadanía, de lo contrario, ya surgirá un populista que ofrecerá todo para cumplir muy poco o nada y Chile se parecerá cada vez más a muchos países que ya transitan esa ruta.
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