domingo, 14 de agosto de 2016
A propósito de 90 cumpleaños
Sentado frente a frente, hablamos del período especial, de cómo se sintió la caída del campo socialista, de cómo la vida cambió de un día para otro. Ligeramente más joven que yo, compartimos en la niñez y la adolescencia los sueños de justicia y libertad, esa borrosa imagen de felicidad para todos los ciudadanos del país, él en su Cuba bella y yo en la dictadura militar de El Salvador.
Entonces Cuba era esperanza, sueño en realización… me atrevo a sugerirle que se quede en El Salvador y el rechaza la idea, la revolución merece fidelidad y no te casa para divorciarte mañana, habrá que regresar a la Patria, esa borrosa combinación de territorio, gente, recursos, pero sobre todo cariño, amor…
Seguimos conversando, esa noche hace muchos años, de la vida diaria, repentinamente recordó cómo les gritó “gusanos” a los “marielitos” mientras lanzaban huevos y basura, entones me dijo: “hoy regresan y cuando llegan, como fueron nuestros vecinos nos conocen, llegan a tu casa, tocan la puerta y te entregan un paquete de huevos y con una sonrisa de venganza te dicen: ´Toma, para que repongas los que me lanzaste cuando me fui´ y sabes que es lo peor, ¡que debes agarrarlos porque no tenés comida!”.
Lo más significativo de esa noche fue el silencio compartido luego de esta confidencia, sus ojos se humedecen y los míos le acompañan, no es lo que soñamos, no es lo que luchamos, no es por lo que nos sacrificamos, a millas de distancia, compartimos un sueño que no ha sido posible, no por imposible, sino porque los que destinamos como dirigentes, lo traicionaron.
Pasó en Cuba, Pasa en Nicaragua, ¿Seguirá pasando en El Salvador?
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