domingo, 3 de febrero de 2013

Las cosas de la vida... y lo que yo les debo



Tengo poco tiempo por lo que voy a hacer "refritos": re-publicar cosas viejas.
Publicado originalmente: MIÉRCOLES, 28 DE NOVIEMBRE DE 2007
"Porque un día se acabe la niebla"
(El original fue publicado sin el video anterior)


He estado escuchando música vieja, de los años 70, y al hacerlo han pasado por mi mente los rostros de cientos de amigos y amigas. Los del Instituto Nacional: la "China" Dina, Edith V. y Edith L., Manuel, Don Fo, Wilber, Margarita S., Claribel. Y luego los de la C. de la C. Paty V. y su hermana Ana María acompañados del rebelde Mariano que desapareció antes de llegar a los 18 años; el Papa Joe que apareció asesinado, luego de las torturas, junto a su esposa (Gloria?), Oscar F. con el que nos echábamos cada pago en birrias, el "gordo" César a quien reencontré a más de 20 años de entonces, viviendo en Estados Unidos y separado de Antonia (el amor de toda su vida), Antonia a quien aún me falta ver de nuevo y vencer el silencio de tantos años; los hermanos de la calle: Carlitos Y. a quien tuve el placer de volver a ver apenas unos años atrás y cosa dura, venía a despedirse: el cáncer lo estaba matando de a poco, jamás olvidaré su primera reacción al verme, simplemente abrió sus brazos y en sus ojos sentí el cariño de siempre "Camarada" fue todo lo que dijo y nos fundimos en el abrazo guardado por tantos años, desde ese domingo en que lo encontré, apenas unos dias antes de que cayera preso, un abrazo que contenía mi profundo agradecimiento, respeto y admiración; porque soportó las torturas y salió para contarlo. Al Bitle, el querido Jorge que nos educó tan bien, tan recto y derecho, que no era posible caer en corrupción, era mejor retirarse. Al Choco y al negro Coca Cola, los Ernesto que se jalaron al Bitle para que se metiera en el rollo.

Hoy he estado escuchando música vieja, y mientras escribo escucho la risa de mi hijo mientras ve televisión y a mi hija en la cocina preparando sus experimentos culinarios, y entonces realizo cuanto les debe a todos. Y son tantos que podría llenar un servidor completo con sus nombres: Andy y la China M.; Juanita (Irma Elena); los que creyeron hasta el último día que estaban en lo correcto; los que por necesidad se fueron del país para poder seguir vivos: El chino Alex, el Chele Oswaldo, el mismo gordo César, Antonia.

Al escuchar música vieja y verme rodeado de felicidad, mido de nuevo cuánto han significado en mi vida, junto a ellas y ellos conocí el amor más puro entre seres humanos. ¿Cómo describirlo? Solamente los que lo vivimos sabemos qué es, qué significa.

La mayoría ya no están vivos y hoy, con la nostalgia surgida por la música y la tranquilidad en la que la he escuchado, les recuerdo con cariño, les recuerdo vivos, llenos de alegría, al papa Joe, jodiendo sobre la troña, poniéndose muy serio y formal mientras recitaba "Trabaja joven sin cesar trabaja, la frente altiva que en sudor se moja, jamás ante otra frente se sonroja, ni osa ser servil a quien la ultraja", celebrando el primero de mayo con mùsica de "Tiempo", platicando largamento de su vicio preferido: el teatro. Mariano preguntando sobre todo, aprendiendo de la vida de los que le rodeabamos; al Andy serio y estudioso; a la Juanita con su inquebrantable decisiòn de luchar por la revolución salvadoreña hasta vencer o morir superando un denso problema respiratoria, la ùltima vez que le vi.

Y luego llegan más rostros: Lety, el Choco Dany y muy especialmente, su madre. El Choco, que para proteger su vida sus padres, con gran sacrificio, lo sacaron del país y muere en México, lo recuerdo la última noche que le vi, cuando esperaba salir del país, compartí su tristeza sin mostrarla, le motivé y le dije que era una buena decisión. Me despedí y lloré en el camino a mi casa de ese entonces, con el Choco, todos los camaradas en los que había confiado totalmente se habían retirado, me sentí terriblemente solo.

Mi esposa llega a casa y me doy cuenta de que este día necesitaré de su mirada, de sus palabras, porque me he acordado de mis hermanos, de mis hermanas, de aquellos y aquellas a quienes les debo la vida, como me dijo el viejo Carlos Y. cuando te torturaban "pegaban y pegaban duro" no sólo lo físico, también lo psicológico, él tuvo que luchar para autoconvencerse que los gritos y el llanto que escuchaba no eran de su pequeña hija (como le decían sus torturadores) era una grabación, salió con vida y tuvo que salir de prisa del país. De muchos otros sólo supimos que "se los llevaron" y nunca más supimos de ellos. Todos y todas, los que se fueron de la vida y los que salieron para seguir vivos, tienen un espacio especial en mi corazón.

Les quiero, les amo y les agradezco, porque hoy tengo vida y una familia, gracias a ustedes hermanos y hermanas que, como dice Benedetti: "olvidaron todo nùmero, qué calle, qué parada, qué rostros". Gracias Hermanos y Hermanas porque en las salas de tortura, con su silencio, protegieron mi vida.

Maristela, Manuel, despedazados en el local del PDC, Claudio con su cólera porque casi matan a sus "tatas" sólo porque les encontraron una Biblia (en Aguilares);tantos a quienes sólo el rostro conocí, no tenían nombre sólo apodo. A todos y a todas, Gracias Hermanos y Hermanas. Gracias.

Cuando el gordo vino, fuimos a rendirles honores al monumento que les han creado (en el Parque Cuscatlán), quisimos... realmente nos esforzamos, por recordarnos del nombre del Chato (Humanidades) y de tantos más, pero el tiempo y la compartimentación funcionaron muy bien, aun así, sabemos que allí están entre tanto nombre y recuerdo, rodeados de nuestro respeto y agradecimiento. Cada uno de ustedes tiene un monumento especial en nuestro corazón.

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