Ganaré, supongo yo, conocimiento, ya sabré que hay del otro lado de la muerte, el espíritu, alma o lo que sea que sigue "vivo" debe ser algo grande, que tendrá que aprender y aportar. Pienso que el solo hecho de estar del otro lado ya lo vuelve a uno conocedor de lo desconocido y no se por qué, pero creo que de ese lado todo se sabe. Un día bromeando sobre eso, alguien muy querido me dijo: "Ya vamos a saber quien mató a Kennedy", me causó una carcajada, pero al final caí en cuenta de que sí, así debería ser.
Al despedirme, acaso tendré tiempo de hacer un recorrido de mi vida, en los últimos segundos.
Me jacto de haber buscado a quienes considero que lastime con mis acciones adolescentes y les he pedido perdón, del otro lado esperarán los que ya no están aquí y hablaremos, porque pienso que del otro lado también se conversa.
Al morir, las cosas simples ya no lo serán más, las sonrisas, las alegrías, tristezas, la vida misma, todo habrá terminado e iniciará un algo nuevo que no sé que es. Había previsto que cuando el que fue mi cuerpo fuera bajando hacia la fosa, mi hijo tendría que sonar esta canción "What a wonderful world", eso ha cambiado, hoy sonará en el velorio porque ya no me enterrarán, me cremarán.
Suplico a Dios, morir en paz, por eso no tengo nada material y nadie en mi familia, tiene autorización de solicitar u ordenar que me conecten a respiradores artificiales o cualesquiera de esos equipos modernos que se están construyendo y que a lo mejor algún día adquiera el Seguro Social, porque además no tienen autoridad para ingresarme en centro hospitalario privado alguno, Me deberán ingresar, si fuera necesario en el Seguro Social y nunca autorizar equipos que me soporten vida. Si vivo será por mis medios, de lo contrario, no vale la pena que nadie sigua luchando por mantenerme vivo, cuando ya llegó mi hora.
Así las cosas, sigo esperando el momento del adiós, cuando extrañaré todo lo que hoy veo, toco, siento... la respiración misma, esas simples cosas como compartir conversación con Juanita, ante un café con pan dulce o reventar piñatas en un cumpleaños (que ahora si ya lo hago), viajar el país y sentir la misma emoción que sentí la primera vez que salí al monte y descubrí que la tierra tiene el mismo color en todos lugares, y entender el cariño que la gente siente por ella, y recordar las lecturas de "El Salvador, la tierra y el hombre", extrañaré los besos, los abrazos de todos los que he amado, las palabras de quienes compartieron estos años... mientras tanto, aquí seguimos soñando que algún día, los salvadoreños lograrán hacer que la niebla se disipe y construirán, por sí mismos, un futuro mejor para ellos y sobre todo para sus hijos.