Es bueno saber que seguimos siendo cómplices en la rebeldía de leer con libertad.
El viejo Archipiélago Gulag se perdió, más bien lo perdí, o quizás, mi madre lo guardó como guardó muchas cosas mías y de mis hermanos a medida nos fuimos yendo de la casa paterna, a lo mejor está junto a todos las cosas que atesora bajo llave en la librera que se hizo enorme, la pequeña librera de tres entrepaños que teníamos en el mesón y que ya, en la casa de su propiedad, creció (como nosotros) y se convirtió en casi un altar al conocimiento, enorme, una pared completa, con gavetas, compartimentos cerrados más entrepaños y, al centro, la original librera con sus puertas de vidrio.
Habrá que buscarla algún día que me preste la llave (desconfiada mi vieja, mi mamita obrera), sospecha que busco hurtar algo y no quiere perder ningún recuerdo.
Como sea, Solzhenitsyn fue quien escribió el primer libro clandestino que me regalaste, era prohibido en todo el mundo por la dictadura del proletariado, eso incluía a El Salvador y su Partido Comunista con su frente de choque la Juventud. Luego partiste a estudiar.
Más de 40 años después me regalas otro prohibido por otros imberbes (políticamente hablando) que aun no saben que prohibir libros es motivar a buscarlos, encontrarlos, leerlos....
"Sustancia de hígado", ya lo leí y agradezco que me recordaras en esa Guatemala que hoy genera esperanza (y temor de un nuevo Árbenz). Gracias Paty.