Para recordar lo olvidado y refrescar la situación de la Argentina
en el 2001 con la implantación del “Corralito”, me ha dado por ver videos y
noticias de la época, dando así con la seria de seis capítulos “Diciembre 2001”, de los que tuve oportunidad de ver cinco capítulos en línea.
La miniserie está basada en el libro “El palacio y la calle”
de Miguel Bonasso, guión de Mario Segade y dirección de Benjamín Ávila y es difundida
por “Star+”.
La mayoría de los personajes son reales (existieron en su
momento), reviso una crónica y explica que son dos personajes los que surgen de
la ficción, y son ellos los responsables de convertirse en observadores (uno más
que el otro) de lo que esta pasando en casa de gobierno, en los barrios, plazas
y en los recovecos políticos dentro y fuera de la casa de gobierno.
En mi opinión un logro es que evidencia el desprecio de la “clase
política” (argentina en este caso, pero las actitudes son similares en la
mayoría de América) hacia las capas medias y pobres, en todo caso hacia sus
votantes, de los que se acuerdan solo cuando las elecciones llegan. Es
increíble el desprecio a las necesidades, a la vida misma de esos votantes, con
tal de alcanzar el puesto deseado o bien ridiculizar al contrincante, para ganar
puntos a los ojos de los votantes, sin haberlos merecido.
Al final y hacer un
balance de la misma rescato las siguientes ideas:
- Tenía razón mi abuelita, “del plato a la sopa a veces, se cae la sopa”. Cavallo da por sentado que el FMI le dará los billetes, pero…
- Algunas personas jamás deberían estar en posiciones de poder (en el que forzosamente hay que tomar decisiones) por pusilánimes, sin criterio o indecisos.
- Los políticos en la mayoría de América Latina, son unos egoístas, vanidosos, nada empáticos.
- El riesgo de colocar en puestos de responsabilidad (poder) a vanidosos o con poca autoestima es que se enferman y se sienten parientes directos de dios.
- Que cuando se tiene el privilegio (y la enorme responsabilidad) de dar órdenes, se debe ser bien claro en el lenguaje, para evitar que posterior a la tragedia, surja el “yo entendí”, “Yo pensé”.
- Las masacres son mayores, cuando no hay cabeza única en los que protestan, la dispersión facilita la represión.
- Que tenía razón el “Chiqui” cuando en al facultad de ingeniería de la UES nos decía: “las revoluciones empiezan en el estómago, no en la cabeza” (ideas), en otras palabras “Es la economía stupid”.
- Y quizás la más importante: la correcta decisión de los acuerdos de paz de crear una Policía Nacional CIVIL.