Es "Arrurú la Faena" del Grupo Illapú,
colocado aquí solo como ilustración sin ningún fin comercial.
Vengo de reunirme con mis padres y mis hermanos, fue una reunión de solo nosotros, la familia que fuimos, que somos, que seguiremos siendo siempre...
Vengo de reunirme con mi familia inicial y escuchar a mi madre despedirse, se siente mal, no se rinde, pero como siempre, es realista. Cree que el final de su vida se acerca.
Con su valentía y solidez de mujer obrera (desde su trabajo de ama de casa, esposa, madre de familia, de profesión "canastera" como ella siempre se definió) nos dice que quiere dejar todo arreglado. Lo veía venir, pero ¡carajo! pega.
Vengo de Santa Ana y por primera vez en mi vida, creo, les pude decir a los dos (a mi padre y a mi madre) que los amo. Traté de justificar que cuando mi vida tomó otros rumbos, aprendí a endurecerme un cacho, al punto que hasta a mis hijos me ha costado abrazar. Pero que les amo.
Pude decirles que les agradezco todo su sacrificio, que lo que mis hijos disfrutan es gracias a ellos, que los colegios que estudiaron, los trabajos que he tenido, los salarios que he ganado, los éxitos de mis hijos son gracias a que ellos se esforzaron, sin importar horas, desgaste físico, mental...
Mi padre guarda silencio, aunque en su rosto de viejo se refleja alguna satisfacción del trabajo hecho.
Mi madre, la señora que apenas estudió segundo grado, que creció vendiendo tortillas en las calles del Barrio San Esteban de San Salvador, prácticamente dice adiós a la vida, con entereza, con orgullo del trabajo bien hecho, con la seguridad de que algo hemos aprendido de su ejemplo. No tengo idea cuánto tiempo más esté con nosotros, lo que sé es que en mi vida estará hasta el día que yo muera.