La escena del teniente Winters, en la noche del día "D", en la serie: "Band of Brothers", cuando pide o le promete (ya no recuerdo) a Dios un lugar tranquilo para vivir, me hizo recordar que en la adolescencia, más de una vez, yo le dije a Dios que confiaba en que un buen día iba a tener un lugar tranquilo para sentarme a ver televisión sin el terror del fierro bajo la pierna y un oído en la calle y el otro en la plática o reunión, que además ese espacio sería lleno con la risa de algún niño o niña y tendría una esposa, que me preguntaría si cenábamos ya o todavía no.
Soñábamos en grande, como todo adolescente vivo, y el precio era alto. Los sueños así son, tienen un precio y hay que pagarlo.
Sea que lo pagué o no, lo tengo. Hay un hogar que me da cobijo y me alegra decir hogar, no casa, sino hogar, porque Juani le da calidez y mis hijos, mientras estuvieron aquí, lo llenaron de alegría, sonrisas, llanto, rebeldías, juego, buenas notas en la escuela y autoaprendizaje de la computadora y los programas que en ella estaban, de libros que iban y venía para ser leídos, de locuras, de alegrías, de más alegría y sí, de alguna tristeza, pero luego más alegrías..
Me recuerdo de todo estoy, hoy escuchando a Neil Diamond cantando:
Come back again,
I wnat you to stay next time
cause sometimes the wordl ain´t kind
when people get lost like you and me
I just made a friend
a friend is someone you need
and now that he had to go away
I still feel the words that he might say
turn on your heartlight
let it shine werever you go
le it make it a happy glow
for all the word to see...
y recuerdo que el día que mi hija decidió que debía seguir su camino por sí misma, lloré escuchando esta canción. Entonces me di cuenta que, a lo mejor sin haberlo valorado completamente, por mi preocupación de proveedor (trabajo y más trabajo), tuve ese oasis repleto de llanto de bebé, de sonrisas de niña y niño, de risas, de rebeldía, de tristeza, de llanto adolescente... y finalmente de madurez de adulto.
Mi hija se fue y la vida siguió dando vueltas. Luego se iría mi hijo, se casaría con una fabulosa mujer y bellísimo ser humano. Juntos han procreado a la bebé más bella del mundo.
Pero la primera vez, que hube de ver como ese oasis que tanto pedí, se desgajaba, sentí una profunda tristeza... es natural creo. Ahora, en la distancia lo veo como normal, escucho la canción y doy gracias a Dios por lo bueno que ha sido conmigo. Gracias Padre.