Alberto Cortez ha muerto, era su nombre artístico, así fue conocido. Yo le conocí por su música, por su poesía, incluso por un libro que alguna vez mi hermano compró y me prestó para leer y sin duda por el amor a Renee.
Había cosas profundas en su poesía, como las encontré en la de Atahualpa Yupanqui, Facundo Cabral, Joan Manuel Serrat y Sabina, se me quedarán muchos, pero a nivel individual son los que me vienen a la cabeza, poesía de la vida, del amor, de los seres humanos.
Desde la profundidad de la decepción con “me parece mentira, después de haber querido encontrarme tan solo como me encuentro hoy” hasta cuestionar nuestra inacción ante el desprecio de la humanidad “Aunque yo siga ausente en mi galaxia comentando en canciones la noticia, el ángel del horror sigue su marcha en Sabra y Chatila”; desde la solidaridad amiga: “Yo se bien que es muy duro, pasados los cuarenta, perder el corazón”, hasta la solidaridad humana “Si te para y te pide encenderle un cigarro pregúntale ¿que busca? y te dirá... Miguitas de ternura yo necesito si te sobra un poquito, dámelo a mí” y siempre presente, la distancia, esa que una rosa o el amor acorta.
Detrás de cada poema una historia de su vida que nunca se avergonzó de compartir con quienes le escuchamos: el pequeño Goyo convertido en un hombre mayor teniendo su hijo; el árbol sembrado en complicidad de su madre; el recuerdo del Abuelo; la carta al “Viejo”; el mensaje al hijo (Camina siempre adelante); el descubrimiento de Juan Golondrina, colega de arte; la vida completa.
En El Salvador fue costumbre, cada vez que venía, llegarse por la UES y dar un concierto gratis, eso se redujo a fines de los 70 y la maldita guerra lo perdió.
Nunca fui a concierto suyo, en principio por lo económico, luego habría otros pretextos, sin embargo lo veo vestido de negro en el escenario compartiendo su vida, sus historias, con transparencia, con esa transparencia tan extraña en estos días. Hoy lo despido con la cabeza llena de adolescencia y recuerdos construidos con su música de fondo… Hoy que los humanos exponen vida soñada en las redes sociales, en ocasiones lejos de la verdad diaria. Cortez, ese que compartió sus historias de vida se va, la vida es imparable, la leal muerte siempre llega.
Cada día más cerca de la propia, me cuestiono si al ser sembrado en la tierra, alguien murmurará esa canción que, alguna vez leí, le dijeron que si no le parecía homosexual y él respondió: “No se si lo sea, yo la compuse cuando mi padre murió”.